Por la profesora Jenny
Siempre he creído que la lectura es una puerta a mundos infinitos, y mi reto como profesora es encontrar la manera de que mis alumnos también lo sientan así. Decidí que una salida al campo sería la oportunidad perfecta para hacerles vivir una aventura literaria única. Con mucho entusiasmo, planeé un paseo donde cada actividad giraría en torno a los libros, pero de una forma inesperada y emocionante.
El día del paseo
El día comenzó temprano. Nos encontramos en la escuela con nuestras mochilas llenas de libros, bocadillos y una pizca de curiosidad. Subimos al autobús y partimos hacia el parque natural. Los chicos estaban emocionados, pero también un poco escépticos sobre cómo los libros y la lectura podían ser el centro de una aventura al aire libre.
Actividades realizadas
1. El misterio del libro perdido
Una vez llegamos, dividí a los participantes en pequeños grupos y les entregué un mapa con pistas. Les conté que un famoso autor había perdido su libro en el parque y necesitaba nuestra ayuda para encontrarlo. Las pistas eran fragmentos de un diario que relataba su viaje a través del parque. Los alumnos debían descifrar los códigos en cada pista para encontrar la siguiente ubicación.
Anécdota: Durante la búsqueda, Ana y Jorge, mostraron más interés en jugar que en seguir las pistas. Decidieron explorar por su cuenta, ignorando las instrucciones. Sin embargo, al descubrir que el resto del grupo estaba encontrando pistas emocionantes y resolviendo acertijos interesantes, poco a poco se unieron al juego. Finalmente, encontraron el «libro perdido» (una caja llena de libros nuevos para la clase) bajo un viejo roble, con Ana y Jorge liderando la carga final.
2. La batalla de las palabras
Después de un breve descanso, organicé una competencia que llamé «La Batalla de las Palabras». Cada grupo recibió una serie de palabras clave y debía crear la historia más creativa en un tiempo limitado. No solo debían escribirla, sino también representarla para el resto de los grupos.
Anécdota: Luis, uno de los chicos más callados de la clase, sorprendió a todos con una historia increíblemente creativa sobre un robot perdido en una ciudad futurista. Su grupo no solo ganó la competencia, sino que también recibió una ovación de pie de sus compañeros. Ver a Luis sonreír con orgullo fue uno de los mejores momentos del día.
3. El árbol de los sueños literarios
Encontramos un gran árbol en una pradera y lo convertimos en nuestro «Árbol de los Sueños Literarios». Les pedí a los estudiantes que escribieran en pequeñas tarjetas sus sueños relacionados con la lectura, ya sea el deseo de leer un libro específico, escribir una historia, o convertirse en un personaje literario. Luego colgamos todas las tarjetas en las ramas del árbol.
Anécdota: Cuando Sara colgó su tarjeta, compartió con el grupo que su sueño era escribir una novela de fantasía. Sus compañeros, impresionados, la animaron a seguir su sueño, y algunos incluso le ofrecieron colaborar con ideas y dibujos para su historia. Fue un momento de apoyo y camaradería que hizo que la lectura se sintiera más significativa.
4. Los cuentos vivientes
Después de la comida, organicé una actividad que llamé «Los Cuentos Vivientes». Cada grupo recibió un fragmento de una historia y debía interpretarlo en una obra de teatro improvisada. Para añadir un giro, cada historia debía incluir elementos del entorno: hojas, piedras, flores y ramas.
Anécdota: El grupo de Marta decidió crear una historia de fantasía sobre una búsqueda del tesoro, usando piedras como joyas mágicas, flores como pociones encantadas y ramas como espadas. Marta, tímida en clase, se ofreció a ser la narradora. Durante la representación, Julia, la hechicera, dejó caer todas las «pociones» (flores) y aplastó una por accidente. Sin perder la compostura, improvisó: «¡Oh no! Una de nuestras pociones ha sido destruida por un hechizo oscuro!» La clase siguió su ejemplo, adaptando la historia sobre la marcha. Aunque el final no fue el planeado, la actuación fue un éxito, y los espectadores aplaudieron su creatividad y capacidad para manejar la situación. Marta recibió elogios por su narración y la forma en que mantuvo la historia en movimiento, mostrando que incluso los errores pueden convertirse en oportunidades creativas.
5. Exploración literaria nocturna
Como broche de oro, justo antes del atardecer, organicé una «Exploración Literaria Nocturna». Cada alumno recibió una linterna y un fragmento de un libro de misterio. Se adentraron en pequeños grupos en una zona segura del bosque donde entraba poca luz, lo que añadía un toque de misterio y emoción. La actividad terminaba con la creación de su propio final para la historia.
Anécdota: Carmen, que al principio estaba asustada por la oscuridad del bosque, terminó liderando a su grupo y encontrando la mayoría de los fragmentos. Su valentía inspiró a sus compañeros, y juntos crearon un final espectacular para su historia. Fue emocionante ver cómo superaban sus miedos y se sumergían en la aventura.
Reflexiones finales
Al regresar a la escuela, los alumnos no paraban de hablar sobre las historias que habían creado y las experiencias que habían vivido. Me di cuenta de que, al hacer de la lectura una parte integral y emocionante del paseo, había logrado mi objetivo. Mis chicos habían descubierto que los libros no son solo objetos estáticos, sino puertas a mundos llenos de aventuras, misterios y sueños.
Fue una experiencia inolvidable para todos nosotros. A través de actividades originales y desafiantes, no solo disfrutaron del día, sino que también fortalecieron su amor por la lectura. Y así, nuestro paseo en el campo se convirtió en una historia propia, una que todos recordaremos con cariño.
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